A veces en la vida se encuentra uno con situaciones que no son del todo tan descabelladas como la vida misma. Incluso, la misma red, esta en la que publico mi forma de ver y entenderme con el mundo, me sorprende con información y estudios tan precisos que no parecen ser merecedores de estar en un medio tan populista y vulgar como lo es hoy en día el Internet.
Ayer realicé una encuesta que pretendía ubicarme dentro del complicado medio político económico en el que vivimos, y según mis puntos de vista, terminé ubicado en el cuadrante de izquierda y libertario, el mismo en el que se encuentran personajes tan grandes para la humanidad como Nelson Mandela, Mahatma Ghandi o el Dalai Lama, y opuestos a personajes como Hitler, Benedicto XVI, Stalin, etc.
No estoy diciendo que sea un líder, simplemente que mis consideraciones políticas y económicas se han visto -afortunadamente- influenciadas por estos grandes personajes que siempre lucharon por la igualdad, la solidaridad y el apoyo constante a los valores y a las ventajas de ser un buen humano, personajes que nunca tuvieron nada que esconder, sino, por el contrario, fueron censurados, perseguidos y encarcelados, por no ir a favor de los pensamientos de los que en su momento gobernaban, y que aún hoy, siguen haciéndolo.
Curiosamente, esta inclinación pacifista y sincera de la vida, sigue siendo criticada y poco valorada en el medio en que me muevo, pues al no ser un 'seguidor' de los modelos que la sociedad ha establecido como normales, o como únicos e indiscutibles, me he visto relegado a funciones muy por debajo de mi capacidad, y en la excusa perfecta para ser un 'chivo expiatorio' en cuanta cosa resulta equivocada.
En mi profesión he aprendido que la mayor lucha del ser humano es contra el ego, sea propio o extraño, que al no ser concebido como la capacidad que tiene cada uno de aportar para un bien común, se convierte en una carrera de obstáculos para todo el que se cruce o atraviese.
Repito, no soy un líder, no es mi intención serlo, no me siento cómodo guiando gente, y mucho menos, dando órdenes; prefiero seguir siendo ese personaje capaz de lograr muchas cosas, aprovechando la capacidad de quienes me rodean para salir juntos adelante, la capacidad otorgada por la constancia y la dedicación, y sobre todo, siendo claro en lo que pienso y en mi visión del mundo, así no sea la misma del 90% de la población. No tengo por qué esconderme; no tengo por qué aceptar las condiciones que me imponen; solo tengo una lucha y es conmigo mismo, por mi continuo interés en ser un profesional íntegro, por mi defensa de la vida y del pensamiento humano, así el mismo hombre no merezca más que su propia autoaniquilación. La humanidad como concepto no es un cáncer, el hombre como individuo, quizás sí lo sea. No se puede cambiar a la humanidad, sin cambiar al hombre, pero siempre es permitido soñar
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